Los olvidados fundamentos de la educación integral: volver a la formación humanística

La educación como fenómeno social ha perdido su esencia original. Lo que vemos hoy en día al analizar las políticas y leer la realidad sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje en las escuelas no es alentador: desde la exigencia en la modificación de planes y programas de estudio de todos los niveles educativos hasta el impacto de las propuestas externas de políticas educativas influyentes, parece ser que se le da mucha prioridad al egocentrismo, disminuyendo de este modo el principio de humanidad que es la razón que motivaba a las instituciones educativas para formar a personas íntegras.

En este trabajo parto en principio de los fundamentos del humanismo entendidos desde la postura de Comenio para justificar la importancia de la educación para hacer de las personas seres conocedores de lo que les rodea socialmente y de las virtudes aprendidas para ser conscientes de reconocer a los otros, pasando posteriormente a la realidad actual, evidenciando la evolución de la pérdida de lo humano en las finalidades que se precisan obtener al interior de las instituciones educativas con respecto a la formación de los sujetos, pero sin satanizar los objetivos que persigue la educación de este siglo; y reconociendo a la vez la resistencia de los actores de algunas instituciones de nivel superior mediante la pertinencia de la enseñanza de las humanidades.

Si algo identificamos inmediatamente en Comenio al leer su magna obra Didáctica Magna, es su posicionamiento sacro para justificar cuantos argumentos enuncia acerca de la formación del hombre. No nos extrañe que, habiendo sido algún miembro de la Iglesia, hable tan cabalmente del modelo de perfección para guiar a los sujetos en su formación humanística: Dios. No hay que concentrarnos demasiado en ello, aunque por otro lado hay que tener presente su orientación filosófica.

Comenio identifica al hombre como un ser racional y virtuoso, o al menos es lo que pretende que sea, ya que “ser criatura racional es ser observador, denominador y clasificador de todas las cosas; esto es, conocer y entender cuanto encierra el mundo entero” ; la racionalidad en este caso se deduce que no es innata, es preciso que la desarrolle mientras va conociendo todo lo que le rodea, pero lo imprescindible porque “ni es útil […] ni posible” . La virtud significa adquirir buenas costumbres, y también es preciso que las aprenda. Estos dos elementos son cualidades que resalto como esenciales en las personas al ser formadas primero en el hogar y posteriormente en el espacio organizado, que es la escuela en sí.

En este caso ¿qué es lo que debe aprender para ser racional y virtuoso? Pero más importante: ¿cómo? Comenio habla primero sobre conocimientos específicos que seguramente en su época se tomaban en cuenta para hablar de una educación integral. Por el lado de las ciencias, el maestro es quien enseña al alumno, conociéndolo primero para saber qué métodos llevará a efecto para que aprenda lo esencial de cada ciencia. Más que mencionar los contenidos, aquí es importante resaltar la relación que debe mantenerse entre el profesor y el alumno, la armonía de esta situación es imprescindible para poder hablar entonces de los conocimientos que asimila el estudiante con los cinco sentidos. Tanto lo conocido hasta entonces respecto a las ciencias y las artes, representan los contenidos, además de los idiomas que igualmente son esenciales para la comunicación como forma de interacción con otros sujetos. La racionalidad en este caso viene representando a estos conocimientos, porque el sujeto llega a interiorizarlos, no para saturar su cabeza de cosas vacías, sino para que los utilice en beneficio propio y de los demás.

Ahora, por el lado de la virtud, el alumno desde pequeño tuvo una educación al interior del núcleo familiar y en las relaciones que entabló con otras personas en espacios informales de convivencia, por lo que ya trae de antemano ciertas costumbres y valores al momento en que ingresa a la escuela. Esto no significa que haya aprendido todo lo que debe saber para que se cumpla la finalidad de ser una persona íntegra, al contrario, es en el ambiente organizado escolar donde también tendrá una educación que tienda a desarrollar buenos hábitos y costumbres que le permitirán integrarse a la sociedad y ser aceptado. Claro que quienes carecen de buenas costumbres coexisten con los virtuosos, pero aquí la idea es que la formación debe ser continua, resaltando la práctica de valores en todo momento. Aquí veo la figura del profesor como un modelo a seguir, pero con la condición de que deba tener las buenas costumbres y los valores esenciales humanísticos para que el alumno aprenda de él, estableciendo así la relación armónica que mencionaba en líneas anteriores.

Pero, dirá Comenio, estos dos elementos no deben estar separados, lo cual quiere decir que de aprenden al mismo tiempo. En este caso ya podemos hablar de una educación integral donde los sujetos, a la vez que han asimilado los conocimientos indispensables, también deben haber aprendido “las buenas costumbres”. Si se aprecia la el conocimiento por encima de la virtud, o viceversa, no puede decirse que el hombre ha alcanzado una educación verdadera . Teniendo en cuenta tanto la racionalidad como la virtud como condiciones para que los sujetos sean humanísticos, considero que la educación integral es en sí la finalidad del ser humano que logra darse cuenta de la condición humana y su importancia para convivir en sociedad, y aprender de los otros, teniendo así una vida plena. Aquí veo una integración social humanitaria porque, en tanto los sujetos son formados para ser mejores personas, lo hacen porque existe un compromiso social de cohesión.

Vayamos ahora a mirar la situación actual del mundo de hoy. Tal vez suene utópico el solo hecho de mencionar “Debería existir una sociedad donde todos están integrados por intereses comunes, porque lo humanístico es la condición para constituirla”. Lo digo porque con los procesos de la globalización imperantes en la sociedad actual, que tienden a homogeneizar prácticas y modos de vida, es difícil pensar en algo parecido a una integración social humana; si es complicado imaginar un estado ideal de las cosas, es imposible pensar siquiera en una alternativa. ¿Acaso el mundo globalizado de hoy es tan tétrico que da temor movernos en él? No se trata de impresiones que perciben los sujetos de manera emocional, sino de análisis críticos de los contextos sociales, donde hay que situarnos en los efectos que causa la globalización entendida como proceso en los sistemas educativos que hace mucho dejaron casi de ser tradicionales.

Decía que Comenio habla, a propósito de la educación, de una formación humanista y sus buenas cualidades para que las personas sean verdaderos sujetos racionales y virtuosos. En el transcurrir del tiempo evolucionan muchas cosas, entre ellas los procesos de enseñanza y aprendizaje dados en las instituciones; durante algún tiempo siguió imperando el modelo tradicional que menciona Comenio con ciertos ajustes en los procesos; recordemos además el inicio del paradigma de la Escuela Activa, con nuevas maneras de concebir a los sujetos de la enseñanza y el aprendizaje. Estos modelos educativos tienen su atractivo particular, pero la cuestión aquí es la influencia del mundo global actual sobre las prácticas educativas. En el panorama de la dinámica actual, hay un concepto que se ha considerado con seriedad que incluso se ha convertido en un objetivo de la educación, y además una extensión de ésta; me refiero a las competencias genéricas que ya son el centro de atención en varios países, donde a partir de ellas se están reestructurando planes y programas de estudio a sugerencia de organismos internacionales como son la OCDE y el Banco Mundial, con una tendencia muy mercantilista porque con ello se denigra la educación puesto que es vista como una mercancía.

Hablo de la globalización porque con la tendencia de las competencias se está generando en los sujetos una visión del saber hacer únicamente para darle un uso técnico y mecánico. En estas condiciones el conocimiento es mercancía utilizado para generar insumos y capital financiero; es verdad que el estudiante adquiere el conocimiento pero la cualidad de éste es que es muy específico para lograr una meta u objetivo en el ámbito del mercado laboral. Si con esta realidad los sujetos se están volviendo individualistas, puesto que únicamente se ocupan de sus asuntos sin mirar al que se encuentra al lado, podemos decir que el enfoque humanista de las instituciones va perdiendo fuerza. Y aquí ocurre una contradicción: es preciso formar a las personas para enfrentarse a las condiciones de la sociedad del conocimiento, donde el saber hacer tiene demasiada fuerza como para resistir a sus efectos; pero a la vez las instituciones, sobre todo las universidades públicas, con los principios humanísticos que les dan su razón de existencia, no pueden permitirse el ceder ante las exigencias del mercado que precisa de técnicos y no de sujetos que piensan y razonan, cualidades presentes en quienes estudian en el área de las humanidades. Este dilema representa un problema educativo porque implica decidir entre seguir con la formación humanística o “entrarle” al mundo de las competencias.

La formación humanística que tanto justifica Comenio parece ya no ser importante en nuestra realidad actual. El problema de la elección no es tan visible en los sujetos de la enseñanza y el aprendizaje, la decisión corresponde normalmente a los directivos, pero ¿qué saben ellos? La cuestión aquí tiene implicaciones serias a nivel global, porque si un gobierno decide que va a implementar políticas para establecer el sistema de competencias en las instituciones educativas, los actores de los procesos educativos tienen poca libertad para reclamar. Los conocimientos generales ya no son tales, sino que se transforman en algo diferente, o se eliminan de los planes de estudio, y esto desvirtúa por completo la formación humanística. La filosofía, la historia y la ética, eran materias que se impartían en el nivel medio superior hasta hace poco, porque desde que se implementó la RIEMS en el caso de México, su presencia como contenidos que deberían conocer los estudiantes es prácticamente nula.

En este estado actual de la educación, ¿qué se puede hacer? Si los actores de los procesos educativos fueran autónomos , como lo menciona Álvarez Méndez (2001), se darían cuenta de que la formación humanística debe ser retomada, redefiniendo la educación integral de los sujetos, retomando la visión de Comenio, porque las instituciones de hoy son todo menos humanísticas, a excepción de algunos casos, volviendo a pensar en ellas como “Talleres de la Humanidad” .




Bibliografía

BAUMAN Zygmunt (2007). Los retos de la educación en la modernidad líquida. Editorial Gedisa: Barcelona, 46 pp.

COMENIO, Juan Amós. Didáctica Magna, 19ª edición, Editorial Porrúa: México, 2012.

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